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María la octogenaria de First dates que quiere pasar directa al postre

Una gran decepción se llevó la veterana comensal al darse cuenta que su cita no era lo que realmente esperaba ya que tiene una visión bastante contraria a la que ella tiene, y ha querido acabar la velada cuanto antes

La edad no es impedimento para enamorarse y volver a sentir mariposas en el estomago, así lo cree María cuando ha llegado al restaurante de First Dates. Ella, una veterana mujer de 80 años cuya visión es la de “mientras haya vida, hay amor”. Desafortunadamente no lo va encontrar en el dating show, al menos no con la cita de hoy.

El encargado de arrugar más el corazón de María en First Dates fue Ricardo. Un hombre el cual se considera radical pero muy tranquilo. De hecho la idea de haber ido al restaurante más famoso de España fue de su hija quien lo observaba desde uno de los cuartos secretos del programa. Allí también estaba la hija de la veterana comensal.

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María quería una relación estable, Ricardo solo iba a bailar en la pista de First Dates.

María busca una relación estable y Ricardo solo fue a First Dates a vacilar

Lo primero que pidió la gaditana en cuanto a su prospecto de hombre es que debe tener la mentalidad de querer proteger a su pareja, osea a ella. De esta manera también busca una relación estable donde ella sienta cuidad y sentirse feliz en el resto de vida que le queda. Sin embargo, Ricardo viene con otra mentalidad.

El oriundo de Castilblanco de los Arroyos en la Provincia de Sevilla, fue claro al afirmar que no busca nada serio, sino una amistad. Eso si, una “amiga con derecho a roce”. Lo otro es que no piensa salir por nada de su pueblo pero tampoco dejar vivir a una mujer debajo de su techo. “Cada uno en su casa”. A María le quedó más que claro que no había nada que hacer allí.

Sin nada más que agregar, María pide el postre para salir rápido de First Dates

María y Ricardo sabían que no había nada más de que hablar en la cita, y por ello la gaditana le pidió a la camarera el postre cuando ni siquiera habían terminado de cenar. Era evidente que la abuela quería salir corriendo del lugar, pero no sin antes seguir disfrutando de los manjares que en el restaurante de Cuatro sirven.

Las hijas de los solteros acudieron a la mesa para intentar arreglar la cita de sus padres, pero la decisión ya estaba tomada. Ricardo manifestó que él solo quería bailar y conocer a una mujer con la cual pudiese conversar en una relación amistosa. María expresó su decepción por la actitud de su cita y sentenció con un “A tomar viento, yo no me lo pienso dos veces”.

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